Suiza y costa este de Francia en bici: Via Rhona y Mediterranean Route (Eurovelo 17 y Eurovelo 8)

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Sigue este enlace si quieres saber ¿Por qué no me gustó la Eurovelo 8? Los 6 errores más importantes que cometimos

Decidimos dedicar dos semanas a viajar en bici por Europa. En esta ocasión el destino sería elegido en función de la logística: el lugar donde más sencillo y económico fuera llegar en avión llevando la bicicleta. El tiempo fue contando en contra mientras dábamos mil vueltas buscando vuelos, combinaciones con el coche y terquedades varias.

Hay que decir que encontrar un vuelo low-cost y además llevar la bicicleta y las alforjas, no es tarea fácil. Todas las compañías aéreas tienen su normativa sobre el transporte de material deportivo y bicicletas y esto supone un incremento en el precio del trayecto. La única compañía que hasta hace poco no cobraba nada por transportar bicicletas dentro de Europa era Lufthansa, pero actualmente ya lo hace.

Nos decidimos por un vuelo a Basilea con Iberia en tarifa Bussiness, que incluía la facturación de un bulto por viajero (las alforjas), además de un suplemento de 45€ por llevar la bicicleta embalada en una caja.

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El itinerario consistía en viajar a Basilea en avión y llegar en bici hasta Cataluña para tomar desde ahí un autobús de regreso a casa. Con estas condiciones impuestas por la logística y la cabezonería, el trayecto elegido fue un recorrido por la meseta Suiza para adentrarnos en Francia por la Vía Rhona (Eurovelo 17) y enlazar con la Mediterranean Route (Eurovelo 8) hasta cruzar los Pirineos.

La planificación del recorrido fue sencilla puesto que todo eran ciclocarriles ya diseñados. Suiza dispone de una web muy potente de promoción turística para recorrer el país en bicicleta. Desde casa, esto nos parecía un buen pronóstico: recorrer el país a través de su red de ciclovías, para dirigirnos hacia Ginebra y entrar en Francia por la Eurovelo 17 y posteriormente enlazarla con la Eurovelo 8. Aunque no pasábamos cerca del macizo de los Ecrins, sí que hicimos una pequeña modificación para acercarnos al Parque Natural de los Vercors.

Antes de poner un pie en Suiza sabíamos que era un país caro y esperábamos atravesarlo en pocos días. Éramos conscientes de que no íbamos a poder pagar por un café hasta llegar a Francia y que nos tocaría dormir todos los días en camping, comprar la comida en supermercado y cenar los sobres de comida liofilizada traídos desde casa. En eso no nos equivocamos.

Llegó el día del viaje y nos plantamos en al aeropuerto de Barajas con nuestras alforjas y nuestras bicis perfectamente desmontadas y embaladas en cajas. Señalar que en el servicio de atención al cliente de Iberia fueron muy estrictos con el tema de las dimensiones de las cajas, pero aunque una superaba las medidas fijadas, en el aeropuerto no nos pusieron ningún problema, simplemente comprobaron que el peso de la caja con la bici no fuera superior a los 23kg.

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Al llegar al aeropuerto de Basilea encontramos un lugar preparado donde pudimos sacar las bicis de las cajas y montarlas tranquilamente. Disponían de cubos de basura para reciclar todo el embalaje y además un pequeño compresor para inflar las ruedas. Nos pareció un curioso detalle y pensamos que nos esperaba un país amable con la bicicleta y preparado para recorrerlo en ese medio.

El aeropuerto de Basilea es compartido por los tres países que hacen frontera: Suiza, Francia y Alemania. Nosotros reservamos una habitación a través de Airbnb en la parte francesa cuyo precio era bastante inferior a hacer lo mismo en la parte Suiza.

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Al día siguiente comenzamos nuestro viaje por Suiza, siguiendo un trazado que nos llevó desde Basilea hacía Berna y desde ahí, atravesando la meseta Suiza por Friburgo, hasta el lago Leman que recorrimos por su vertiente norte, para alcanzar Ginebra y entrar en Francia.

Suiza es un país montañoso y aunque nuestro recorrido por la meseta no parecía salvar grandes desniveles, lo cierto es que era un continuo sube y baja de pequeñas colinas que nos hacían rodar más despacio de lo esperado y empleamos más días de lo planeado en recorrerlo, además de gastar todas nuestras reservas de jamón serrano.

Los itinerarios están perfectamente señalizados y es fácil seguirlos. El problema es que en su gran mayoría no estaban segregados del tráfico y son tramos compartidos con coches. En el peor de los casos, nos encontramos con carriles que consistían en el arcén de una carretera nacional pintado como carril para bicicletas y nos veíamos obligados a rodar junto a coches a gran velocidad y tráfico pesado. En los mejores casos, se trataba de carreteras estrechas donde no había tráfico continuo, pero cada pocos minutos nos cruzábamos con un coche. En estas condiciones, no siempre resultaba fácil relajarse y disfrutar del camino. En algunos momentos, hartos de esta situación, obviábamos la señalización para ciclistas y consultábamos la cartografía buscando otras posibilidades por caminos que comunicaban pequeñas granjas y calles tranquilas de los pueblos, pero esto nos hacía perder mucho tiempo y dar unos buenos rodeos.

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Rutas en bici y hasta en patines.

Los conductores suizos son respetuosos con los ciclistas en el sentido de que no te agobian con el rugido de sus motores y se quedan detrás, a considerable distancia, hasta que pueden rebasarte. No pitan nunca, incluso empezamos a sospechar que en Suiza los coches se venden sin claxon. Eso sí, a la hora del adelantamiento no respetan el 1,5m de seguridad y lo hacen a gran velocidad. No es agradable que te rebase un coche pegadito a la bici, pero peor aún, es que lo haga un autobús o un camión. Si algún conductor no ciclista llega a leer esto en algún momento, debería saber que en el adelantamiento se genera una corriente de aire que desestabiliza al ciclista y no sería difícil acabar arrollado por el vehículo.

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En general el recorrido nos pareció bonito, pero no espectacular. Quizá teníamos muchas expectativas que no se cumplieron. El paisaje era una combinación de ciudades con sus cinturones urbanos y parques forestales. Pequeñas granjas y pueblos singulares. Campos de cultivo de maíz y girasol. Prados con vacas, ovejas o caballos y algunos tramos de rivera de ríos o lagos.

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Además de Basilea, visitamos Berna y Friburgo. También pasamos por algunas poblaciones con unos bonitos cascos históricos y característicos puentes. Cuando alcanzamos el lago Leman el paisaje cambió y empezamos a ver viñedos y pueblos con coquetas bodegas.

Llegamos a Ginebra un día en plena hora punta de tráfico y cuando nos quisimos dar cuenta de que estábamos ahí, ya casi habíamos salido de la ciudad. Esa fue nuestra visita más corta, aunque también teníamos ganas de abandonar Suiza.

Como último detalle de nuestro viaje por Suiza, queremos destacar la amabilidad tosca y buena disposición de los suizos, pero sobre todo su alto nivel de civismo. Muy a nuestro pesar, recorrimos muchas más carreteras de las deseadas, con unas cunetas verdes y limpias: sin colillas, sin plásticos, sin envases arrojados desde las ventanillas de los coches.

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Además de respetuosos, tienen sentido del humor. Instrucciones de escobilla para WC.

Cuando dejamos Ginebra y tras unos cuantos kilómetros más, empezamos a ver las indicaciones de la Eurovelo 17. A partir de ahí todo cambió, casi a mejor.

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Indicaciones en Francia.

Comenzamos a rodar por carriles bici segregados del tráfico, disfrutando del paisaje y del pedaleo. En ocasiones teníamos que incorporarnos a una carretera, pero eran tramos muy cortos y el carril para bicicletas estaba perfectamente señalizado y con un amplio arcén.

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Nuestra primera noche en Francia la pasamos en el camping municipal de Seyssel, un pueblo coqueto y turístico. También fue la primera noche que pudimos cenar en un restaurante. El pronóstico de lluvia se cumplió para el día siguiente. Con una previsión de agua continua durante horas, decidimos no movernos y pasar el día descansando. La tienda aguantó perfectamente una lluvia continua durante gran parte del día. Nosotros aprovechamos para relajarnos y disfrutar de un buen desayuno con café y deliciosos croissant.

Al día siguiente nos desviamos hacia el Lago Paladru por pequeñas carreteras sin tráfico. Y desde allí, tomamos la Vía del Isere teniendo magnificas vistas del Parque Natural de Vercors. En Valence, retomamos nuevamente la Vía Rhona y nos dirigimos hacia Avignon donde queríamos hacer noche y tener tiempo para recorrer la llamada “Ciudad de los Papas”. Como teníamos demasiados kilómetros por delante para una sola etapa, en Montellimar decidimos coger un tren.

Es verdad que Francia es un país que está muy preparado para el turismo en bicicleta, pero algunos de sus trenes no lo están tanto. Aunque estaba permitido llevar las bicis, no nos esperábamos que para entrar al vagón hubiera que salvar tres altos escalones y una estrecha puerta de acceso. Eso nos complicó un poco entre las bicis y las alforjas y fue un momento algo tenso. Tampoco existía un vagón específico para bicis por lo que tuvimos que hacer el trayecto de forma incómoda entre los vagones y causando bastantes molestias a otros viajeros que querían cambiar de vagón, o subir y bajar del tren.

A pesar de los inconvenientes, mereció la pena ya que la ciudad de Avignon bien merece dedicarle un tiempo a su visita.

El siguiente destino era Arlés, «Ciudad de los Impresionistas». Lo cierto es que después de tantos días sufriendo el tráfico en Suiza, ahora íbamos tan relajados disfrutando que solo nos guiamos por indicaciones y nos olvidamos de mirar el track que teníamos en el GPS. Así que cuando nos quisimos dar cuenta, nos habíamos desviado de nuestro recorrido y la señalización nos estaba llevando al destino, pero dando un gran rodeo de bastantes kilómetros. Decidimos continuar porque al final los caminos se unían, pero debido a esta equivocación no pasamos por Arlés, sino que tomamos el primer desvío hacia la Mediterranean Route.

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Túneles artificiales…

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…y túneles naturales.

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Y así fuimos conscientes de que nos acercábamos a la costa. Primero fue el olor a salitre, después los canales de agua, el avistamiento de aves acuáticas y finalmente el viento. Los últimos kilómetros de la etapa se hicieron muy duros con fuerte viento en contra. Terminamos la etapa en un camping a las afueras de Aigües Mortes.

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Al día siguiente el viento se levantó en calma pero la previsión era que empezaría a arreciar a lo largo de la mañana. Aunque tendríamos que haber aprovechado esos momentos para avanzar kilómetros, la pequeña ciudad amurallada de Aigües Mortes merecía una visita y pasamos un rato recorriendo su casco histórico y sus murallas.

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Una vez en ruta, los primeros kilómetros fueron muy agradables por un carril bici rodeado de lagunas saladas, donde podíamos disfrutar del despertar de decenas de flamencos rosas y otras aves.

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En Le Grau du Roi, una típica zona de turismo de sol y playa, todo empezó otra vez a cambiar. El carril bici se perdió y el trazado de la Eurovelo 8 nos devolvía otra vez a la carretera con el tráfico motorizado. El viento empezó a soplar con fuerza y aunque no veíamos la playa sí que recibíamos el azote de la arena con fuertes rachas de viento.

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Sergio venía arrastrando un problema mecánico desde los primeros días de viaje. La llanta trasera de su bici parecía estar golpeada o desgastada y en determinado punto se había ensanchado y eso hacía que tuviera que usar el freno trasero con mucha suavidad para no bloquear la rueda. Pero la cosa fue a peor y nos dimos cuenta que la llanta se había empezado a rajar y se había ensanchado más, por lo que la rueda se quedaba bloqueada al pasar esa zona entre las zapatas de freno, así que decidió desbloquearlo para que no rozara.

Y así fue como en un día de perros por el fuerte viento, pedaleando junto a los coches, rodeados de edificios y urbanizaciones de playa de un gusto dudoso, sin freno trasero en la bici de Sergio y con la moral bastante baja, decidimos abandonar.

Por delante nos quedaba un pronóstico de viento, lluvias y los paisajes de los Parques Naturales de la Narbonnaise y l’Albera, pero con un problema mecánico y después del desánimo que veníamos arrastrando durante el viaje, no era motivación suficiente para continuar.

En Montpellier tomamos un tren de media distancia que nos llevó a Portbou, la primera población de Cataluña. Desde allí cogimos otro tren hasta Barcelona donde pudimos tomar el autobús que nos trajo de regreso a casa unos días antes de lo esperado.

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Llegada a Madrid en plena semana de la movilidad con el tráfico y la contaminación como protagonistas.

Puedes saber más pinchando en este enlace.

¿Por qué no me gustó la Eurovelo 8? Los 6 errores más importantes que cometimos

Enlace a los tracks de las etapas:

Etapa 1 Basilea-Aarburg.

Etapa 2 Aarburg-Stuz

Etapa 3 Stuz- camping Schiffenen

Etapa 4 camping Schiffenen- Chalet San Denis camping le Bibouac

Etapa 5 Camping le Bibouac-Camping municipal Cope

Etapa 6 Camping municipal Cope-Seysell

Etapa 7 Seysell- Charavines

Etapa 8 Charavines-Valence

Etapa 9 Valence- Montelimar y tren hasta Avignon

Etapa 10 Avignon- Camping Aigues Mortes

Etapa 11 Aigues Mortes-Montpelier

 

3 Respuestas a “Suiza y costa este de Francia en bici: Via Rhona y Mediterranean Route (Eurovelo 17 y Eurovelo 8)

  1. Vaya chicos, aunque a mí me parece un rutón, al leerlo da la impresión de que vosotros esperábais mucho más.
    En Francia tengo echao el ojo a algun ruta bien chula con la bici…Sólo me falta la forma física y los días para hacerla jajaja
    Enhorabuena

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    • Efectivamente, llevamos ya algunos kilómetros rodados, y hay algunos viajes que siendo bonitos, no nos resultan «espectaculares». Aunque es nuestra opinión que no tiene que ser la de todos.
      Un saludo.

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